Y de que otra manera se puede creer en la libertad, si no es dejándola volar como las semillas que transporta el viento. Y se posan caprichosas en tierras lejanas, sobre montes que ansían ser germinados con nuevos brotes.
Y que el Gran Azul sepa que la sal que brota de mi piel, nunca podrá estar sumergida en sus profundidades, porque el aire que respiro se llama Libertad.
Emi.
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